Extraño mucho a mi padre y aun en su frío leguaje me enseñó mucho y en su memoria comparto estas líneas.
Hace 7 años, en un frío diciembre, mi padre partió de este mundo y dejó un legado importante. En su funeral conocí a muchas personas, sus amigos, colegas mi padre fue un notable abogado especialista en derecho fiscal, que fundó dos firmas y fungió como ministro de gobernación, entre otros cargos que desempeñó.
En el funeral, mientras muchos llegaban a darme el pésame, otros llegaron a mostrarme su tesis de graduación de derecho, jóvenes profesionales a quienes mi padre les apadrinó y acompañó como su mentor. Él fue un hombre muy comprometido con su labor, siempre puntual y muy profesional, la firma donde laboró sus últimos años siempre estuvo pendiente de él, de hecho, tuvo un ingreso vitalicio y sé que el día de su partida cerraron la firma para llegar a despedirlo.
Él fue una persona educada, con un aire de elegancia, super ocupada y aunque no le juzgo, no tuvo tiempo para mí. Varios temas de la vida los aprendí de otras personas ante su ausencia. Quizás fue una estrategia ser algo ausente, por ejemplo, olvidó el día de mi primera comunión y cuando mi madre le recordó era ya bastante tarde, así que se presentó casi al terminar la ceremonia, pero lo que más extraño fue que nunca me dio un abrazo.
Sin embargo, fue excelente abuelo, realmente era formidable con mis hijos, tenía detalles de esos que todo abuelo tiene. Pero yo quedé con muchas preguntas que nunca le formulé. Crecí en la generación donde el trato con los hijos era de usted y uno hablaba cuando se le permitía, no se comía sin mi padre presenté y cuando yo preguntaba por qué, la respuesta era que así habían sido criados ellos.
Leí el libro Salvaje de corazón de John Eldredge, en el que describe las etapas del hombre y el desarrollo de su personalidad: Hijo amado, Cowboy, Guerrero y Rey, resalta cómo cada una es vital y en su introducción cita esta frase:
“He visto hombres y CEO´s dirigiendo empresas y familias, muchos son niños en cuerpos de hombre”.
Me parece que el libro debe ser una guía para cada padre que permite enseña a guiar, cuidar y crecer el corazón del hombre, al final de él emana la vida. En sus páginas y en mis memorias de mi padre encontré que él fue un excelente abuelo y quizás pudo ser un mejor padre, entiendo que creció en una época distinta, pero yo tomé le opción de abrazar a mis hijos, de tratarlos de tú, de ser su amigo y también de sus amigos, tratar de pasar más tiempo con ellos. Aunque nuestro entorno es importante, no es determinante. Queda en cada uno replicar los patrones o inventar nuevos.
Extraño mucho a mi padre, un hombre que aun en su frío leguaje me enseñó mucho y aunque jamás reciba su abrazo, estas líneas son para honrar su memoria.