La pieza que faltaba, Debemos ser Capaces de saber cuándo llegar y cuando Salir.
Hace más de 20 años éramos tres seres humanos con grandes anhelos e ideas para aportar a que nuestro país siguiera creciendo en ser una nación próspera: un amigo, casi hermano que ha sido una casa de puertas abiertas -como dice el cantante Roberto Carlos-, y una amiga que a pesar de la distancia me sigue regalando breves encuentros llenos de fortaleza, iniciamos una serie de reuniones para dar forma a ese proyecto.
Con el tiempo las reuniones fueron más intensas y pronto los temas pasaron a decisiones concretas que nos llevaron a formar Guatemala Próspera www.guatemalaprospera.org
Allí nació una especie de hermandad, muchos se fueron añadiendo a partir de creer en el poder de la visión de la organización me dieron su confianza, cariño y ayuda, y pude sacar de mi: Tiempo, Trabajo en equipo, Dar y Recibir. En donde tuvimos que implementar muchos principios y mi presidencia fue acompañada de una pandemia que jamás habíamos visto (2019-2024) y el servir como el presidente de la Junta Directiva fue un kairos para mi vida.
Juntos hemos impactado la vida de más de 2 millones de personas por medio de programas de liderazgo y valores que han llegado no solo a Guatemala, sino que se han extendido a Panamá, Costa Rica, República Dominicana ¡y esto no para!
En este recorrido hemos vivimos un sinfín de anécdotas y experiencias que es imposible resumir en un blog. Lo cierto es que Guatemala Próspera se convirtió en una pieza importante en mi rompecabeza personal por muchos años.
Quienes me conocen saben de mi afición al ciclismo, lugar donde dedico mucho tiempo y reviso en mi mente la rompecabeza resueltos, que cuelgan en mi corazón y fue en uno de esos momentos donde sentí que carecía de una pieza. En donde pude visualizar que es ceder mi posición esta organización como presidente y pasar a seguir sirviendo desde otro ángulo. Sé que esto abrirá espacio a alguien más para que aporte nuevas ideas. Pero antes de hacerlo, quiero agradecer públicamente a los miembros de la junta directiva, al director ejecutivo, socios internacionales y locales, así como al equipo que hace posible que la organización siga cumpliendo sus objetivos.
Dirigir esa familia es una gran responsabilidad moral, espiritual y familiar, pero se puede. A mi sucesor le expreso mi apoyo incondicional y deseo éxitos.
Debo admitirlo: es posible que no haya dejado la organización de la manera que todos deseaban, sin embargo, puedo afirmar que sí la dejo en un mejor estado de como la recibí. Lista para afrontar nuevos desafíos.
Ahora con mi nuevo rompecabezas armado, procederé a seguir sirviendo en otras áreas y devolverme tiempo, a mi lectura, a mi familia. Como me enseñó mi padre: debemos ser capaces de saber cuándo llegar y cuándo salir.
CaE.