Para quienes no me conocen, soy Carlos Enrique Sandoval, el sobrenombre Cae me llegó en la infancia gracias a las iniciales de mi nombre completo, a la fecha hay personas que piensan que así me llamo y debo confesar que me alegra, porque al final me ha distinguido de otros Carlos.
En múltiples ocasiones me han preguntado por qué no escribo sobre los temas que abordo en mis asesorías o conferencias, muchos de esos tópicos vienen de libros que leo o de experiencias propias, así que después de darle vueltas a la idea aquí va la primera.
¡Ahora sí, Cae! Será un espacio de comunicación basado en experiencias que he tenido en el área personal, profesional y como activista de liderazgo que he podido desarrollar a lo largo de más de 24 años al frente de diferentes empresas privadas de muchos sectores.
Quise abrir esta propuesta con el tema del perdón porque debo decir que he experimentado que, para ganar en algún campo de la vida, alguien tiene que perder. Queriendo o no, uno se ve en situaciones que generan ganancias o pérdidas, molestia, apatía y lógicamente frustración. Veamos el ejemplo de un atleta de alto rendimiento, él no gana todos los eventos donde participa, pero como profesional sabe sobrepasarlos y seguir enfocado, dejando atrás lo sucedido y viendo lo que viene por delante.
En mi caso, –consiente o no– hubo gente que de alguna forma me hizo daño, no precisamente físico, pero sucedió en temas laborales, personales, incluso en el entorno familiar. Yo me enojé con ellos y pasé mucho tiempo albergando sentimientos de molestia, incomodidad y frustración, lo más interesante es que ellos ni siquiera sabían lo que yo sentía. Fue en 2007, durante un taller cuando descubrí que podría haber mucha gente ofendida conmigo dado que yo también podría haberles hecho algún daño, eso incluye a mi propio círculo familiar.
No es fácil concluir que uno hace daños inconscientes a quienes más ama. Se requieren de múltiples sesiones con profesionales de la conducta humana para concluir que el perdón es el único mecanismo para salir de esos círculos de daño emocional. Perdonar y ser perdonado es liberador.
A partir de ese momento procuro ir por la vida consciente de pedir perdón si le hice algo a la gente con la que me cruzo en el camino y ofrezco mi perdón a quienes, en su afán de ganar me han dañado.
En el libro más leído del mundo (la Biblia) hay un pasaje que me impactó, está en I Corintios, capítulo 13, versos del 1 al 13 , en el que se habla de que si pudiéramos hablar lenguas humanas y angelicales y no tenemos amor seriamos como un metal que resuena en el vacío… Finaliza diciendo que hay tres cosas importantes en la vida del ser humano: la fe, la esperanza, pero la más importante de todas es el amor, ya que el amor todo lo puede, todo los soporta, no es jactancioso, no tiene envidia, no se irrita y no guarda rencor.
De allí que este primer ¡Ahora sí, Cae! Tiene un mensaje en doble vía, si alguien cree que me hizo mal está perdonado y si yo, sin querer le hice mal, ofrezco mi perdón.
Estén listos porque iniciaré una serie de análisis de varios temas con la finalidad de que aporten algo en su vida.
Cae.